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 O sea, ajos. Estas son sólo algunas de las presentaciones tradicionales en las que nos podemos encontrar este suculento manjar para algunos y odiado para alguna que otra ?esposa de?. Ella se lo pierde.

Porque la verdad es que un guiso sin ajo, no es guiso. Es el punto que le da esa chispa al gazpacho o al cordero, que en revuelto de sus brotes tiernos no tiene nada que envidiar a ninguna seta, por peculiar que sea aunque si es cierto que las puede acompañar gustosamente.

A la susodicha ?esposa de? que decía que España olía a ajo, debiera informarse de las propiedades de esta exquisitez culinaria: desinfectante, posee gran cantidad de azufre, calcio, fósforo, hierro, sodio, potasio, vitaminas A, B, C y Nicotinamida,  indicado en todas las dolencias donde exista frío y humedad como los catarros, reumatismos ,etc, disminuye notablemente los niveles de grasas como el colesterol, los triglicéridos y el ácido úrico, previene la formación de trombos y coágulos, expectorante y descongestionante, bueno para el asma o como  cicatrizante de heridas que no cierran entre otros muchos usos.

 Y si esto no es suficiente para la ?esposa de?, lo puede usar en el caso de tener impotencia o frigidez y  porque aumenta además el apetito sexual. Aunque quizás prefiera el olor a hamburguesa...

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