- TODAS LAS IMÁGENES EN LA SECCIÓN "FOTOS"- Con un cielo que amenazaba nieve, Burgos ha vuelto a renovar la devoción hacia su patrón. Los bailes, los pinchos de chorizo y morcilla y los roscos han congregado a cientos de burgaleses en las inmediaciones de la iglesia de San Lesmes, acompañando a la comitiva de los grupos y peñas de la ciudad y el Ayuntamiento en pleno, precedido por mazas y timbales, con la solemnidad que marca la tradición. Capas castellanas y trajes regionales avanzaban desde el paseo del Espolón en comitiva hacia la calle Vitoria, para llegar a la Iglesia del Santo, llena de feligreses que esperaban el comienzo de una misa solemne oficiada por el Arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín. En los exteriores, música, bailes tradicionales, panecillos y jarras de vino, que hacían más llevadero la mañana fría, como es habitual en estas épocas del año.
Los Gigantillos competían con sus ?dobles de bronce?, esperando bajo el Arco de San Juan a que finalizase la ceremonia religiosa, y algún niño inquieto quiso saber que escondían debajo los burgaleses más conocidos con permiso de Rodrigo Díaz de Vivar.
La tradición de los panecillos viene del milagro que el santo realizó cuando sin tener comida para dar a los peregrino que pasaban por el Monasterio de San Juan, se encomendó a Dios y logro repartir panecillos para saciar su hambre.
El gremio de pasteleros quiso honrar al santo, por lo que hace una treintena de años, creó un postre, un rosco de hojaldre con crema, nata o mixto, el Rosco de San Lesmes. Este año, el Rosco tiene un valor añadido. Además del Báculo del Santo, la Pastelería Juarreño repetía experiencia y premiaba a tres de sus clientes con un billete de 500 euros escondido dentro de tres de sus roscos.
TODAS LAS IMÁGENES EN LA SECCIÓN "FOTOS"
Autor: