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A las ocho de la tarde y bajo una molesta helada el chupinazo y el pregón dieron el pistoletazo de salida a las fiestas de este populoso barrio. Por delante tres días intensos en los que el consejo de barrio y los vecinos echan el resto. Para empezar, el pregón, que este año correspondió a Juan Carlos Pérez Manrique, director de la biblioteca municipal. En el ánimo del pregonero y de los cientos de vecinos que desafiaban al frío bajo la carpa había un solo deseo: pasarlo bien y en armonía. Tras el pregón se repartieron pañuelos de fiesta para que no faltaran a ningún vecino y empezó la diversión con el baile a cargo de la orquesta ?África?.
Pero lo que de verdad da fama a esta fiesta y hace que gentes de todo Burgos se acerquen durante el fin de semana es la cecina, un producto que por aquí se cuenta fue descubierto por casualidad. Todos los bares de la zona se vuelcan en ofrecer la mejor cecina, carne de vaca seca cocida con legumbres y hortalizas, y que es un raro manjar. Eso sí, hay que pensárselo dos veces con esta crisis: el plato se cobra a unos cinco euros este año.
Por lo demás el programa de actos es variado: para los niños hinchables y actuaciones el sábado, para los mayores campeonatos de mus, y brisca, y para todos en general bailes, pasacalles y degustación de cecina el lunes.
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