Un año más, se cumplió con el ritual y la sardina ardió envuelta en llamas en un tiempo record.
La noche comenzaba con otra tradición, el recorrido por las calles del centro con la sardina que momentos después ardería pasto de las llamas. La Flora acogió el reparto de velas y antorchas que acompañaría al recorrido fúnebre, que entonó las letanías y plegarias evocando los siete pecados capitales así como los pecados de algunos “allegados” a la esfera política y social local y nacional.
Viudas, clero, luto y como no, la sardina, eran los protagonistas de la noche. El cortejo partía de la Flora y llegaba a la Flora y una vez allí, se encendió la traca que arrasó la sardina creada por la Asociación de Artistas Plásticos de Gamonal por encargo de la Asociación Burgos Centro y Cía. Tras la quema y el consiguiente duelo, para aliviar el sufrimiento de los presentes, se repartieron “quitapenas” y barquillos, que ayudaron a entrar en calor a los presentes.
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