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 Paseos, luces, música de villancicos y por supuesto,  Belenes. Y es que la Navidad ha venido para quedarse, al menos hasta el próximo 6 de enero cuando sus Majestades los Reyes de Oriente vengan cargados de regalos para los más pequeños y algún que otro mayor que se haya portado bien.

Pero hasta entonces, el ambiente navideño está por las calles, por los escaparates y por los rincones de la ciudad.

A la ornamentación de calles y comercios, se suman, cada vez más, las ventanas y balcones que se engalanan con luces, y que contribuyen de esta forma a recordarnos que es Navidad.

Y si de tradiciones hablamos, el carrusel, la noria y el tren de la Plaza Mayor se han hecho un hueco en la vida de la ciudad en estas fechas, que junto a la fachada del Ayuntamiento, el gran árbol y el mercado de Navidad de la Plaza del Rey San Fernando, nos transportan a las plazas europeas, con estas tradiciones más consolidadas, aunque nos vamos haciendo un hueco.

Pero si en algo ganamos por goleada a muchos países europeos, es en los Belenes. Y es que, si en España hay muchos, aquí los tenemos especiales. Empezando por el del RETE 22 en el claustro de la Catedral, el más grande en interior de Europa, hasta el de la zapatería Melgosa, que cada año nos sorprende con algún guiño, en este 2014, a Campofrío, con uno de sus camiones llevando producto y un cartel publicitario en el muro de la entrada del túnel.

El problema de este Belén está en el cristal del escaparate, que sus dueños deberán limpiar a menudo porque las huellas de los más pequeños quedan marcadas intentado “apuntar” a todo lo que ven. 

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Publicado en: Burgos
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