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Si el paraíso existe, Cantabria tiene muchas papeletas para ostentar el título. Tierra verde, mágica, profunda y bañada por las aguas del Cantábrico, que ha modelado sus costas creando un paisaje irrepetible. Pero también cosmopolita, que ha evolucionado y se ha sabido adaptar al paso del tiempo.

Hemos disfrutado de unos días maravillosos y recomendables, para los que no es necesario hacer planes, sólo dejarnos llevar…

La primera parada fue Santoña, villa marinera por excelencia, donde la fábrica de Conservas Emilia, nuestra primera visita, esperaba para mostrar el arte de la preparación de las famosas Anchoas de Santoña, un regalo al paladar del mejor gourmet al que se unen otros productos como sardinas, sardinillas, bonito del norte, ensaladas de pescado y marisco o anguletas, exquisiteces del Cantábrico que pudimos degustar.

Pero Santoña nos esperaba. Su bahía, el puerto, sus playas, la iglesia de Santa María del Puerto, el Instituto Marqués de Manzanedo o el Monumento a Juan de la Cosa. Pero Santoña, además de esta riqueza patrimonial, goza de un privilegio natural, de un ecosistema especial, el sistema estuario-marisma, que representa la principal zona húmeda de la Cornisa Cantábrica,  con las rías del Asón y Clarín.

Tras la visita a Santoña, el siguiente destino es el Parque Natural de Cabárceno, unas antiguas minas de hierro convertidas en uno de los parque de la naturaleza más importantes de España, con más de 35 especies de animales en semilibertad y una de las atracciones estrellas de Cantabria. El recorrido es cómodo para todos los públicos, y a pesar de sus  750 hectáreas de extensión y los 20 kilómetros de recorrido por carreteras interiores, es ameno y muy entretenido para los más pequeños, ya que podrán observar a los animales como si de un safari se tratase, haciendo su vida normal, rodeados de un paisaje rojo y verde, a veces cubierto de niebla, que bien podría recordar los paisajes de montaña africanos, pero mucho más cerca. Los romanos explotaron las minas de hierro de estas tierras y crearon formas que ahora asombran y que son el refugio perfecto para estos animales. A destacar el reptilario con especies de todo el mundo, las demostraciones de los leones marinos, las aves rapaces y un aula de educación ambiental incomparable. La zona de gorilas es otro de los grandes atractivos, ya que podemos apreciar su forma de vida tras unas cristaleras así como el ciudado de sus crías. Recordad, que el recorrido se puede realizar en vehículo privado si fuera necesario para una mayor comodidad.

Pero si Cabárceno sorprende, no menos nos deja impactados el Valle de Cabuérniga, impresionante reserva verde, un pueblo especial, Ruente, villa de ambiente cántabro hasta el rincón más escondido y Carmona, declarada Conjunto Histórico Artístico  en 1986 y que conserva las viejas tradiciones y mantienen vivos los ancestrales sistemas de explotación agro-ganaderos y mantienen en auge la artesanía de la madera.

Tras un día de sensaciones inolvidables, nos esperaba el hotel, perteneciente al Club de Calidad Cantabria Infinita.

Nuestro segundo día de sensaciones comenzó en Lebaña, donde nos esperaba María Luisa, guía local que vive y cuenta la historia de esta tierra con toda la pasión, el cariño y la sabiduría que nos podamos imaginar. La joya de este municipio es la iglesia de Santa María, una de las muestras mozárabes más originales de las que se pueden visitar en España. Realizada en mampostería,  su  construcción data de finales del siglo X, y se enmarca dentro del “arte de repoblación”.

Y si hasta el momento nos habíamos emocionado con paisajes, arte y naturaleza, la emoción más fuerte llegó en Fuente Dé , con la subida en el teleférico que nos llevó hasta el mirador situado a casi 2.000 metros de altitud y donde la naturaleza se pone literalmente a nuestros pies y se pueden encontrar nieves perpetuas.

Tras estas emociones de naturaleza, llega la emoción gastronómica, no menos impactante, con la degustación de un cocido lebaniego a los pies del teleférico, que nos hace entrar en calor tras el frío de la alta montaña.

Y con las pilas cargadas, Santo Toribio de Liébana nos espera, con toda la magia y el misticismo. Y es que hasta los no creyentes encuentran en este lugar un momento para el recogimiento.  El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, parada obligada para ateos y creyentes, donde se conserva el Lignum Crucis, que según cuanta la tradición, es el mayor trozo de la cruz de Cristo, traída de Jerusalén. La actual iglesia data de 1256 y fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1953. En cuanto al Monasterio, construido en la Alta Edad Media, la referencia más antigua de su existencia se localiza en el año 828 y que coincide con el esplendor intelectual y religioso del Beato de Liébana que aquí realizó sus Comentarios sobre el Apocalipsis, cuyo manuscrito es una joya del arte medieval.

Potes es nuestra siguiente parada. Conjunto Histórico Artístico desde 1983, Potes es un cúmulo de sensaciones, vista, gusto, oído, aromas y el tacto al recorrer unas calles empedradas por la que no pasa el tiempo.  El  microclima de tipo mediterraneo del que disfruta, que permite el cultivo de la vid, del nogal, del chopo,  y con el primero de ellos se elabora el conocido orujo de la zona. Situada en la confluencia de los ríos Quiviesa y Deva, este emplazamiento estratégico ha permitido el asentamiento de población desde la prehistoria.

Tras esta intensa jornada, Santander nos esperaba para “repostar  y descansar” nuevamente en las confortables instalaciones que nos brindaron los establecimientos pertenecientes al Club de Calidad Cantabria Infinita.

La jornada final de este viaje, comenzó en Santander. Si una ciudad no necesita halagos, esa es Santander, la ciudad en la que a todos nos encantaría vivir, tranquila,  sosegada, “con caché”.  Sin comentarios.

Pero nos esperaba otra maravilla más, la Cueva del Soplao. Descubierta a principios del siglo XX con motivo de la explotación de las minas de La Florida, está considerada una de las grandes maravillas de la geología, atesorando un auténtico paraíso de espeleotemas, lo que la hace una cavidad única. Albergan además, un excepcional patrimonio de arqueología industrial minera, con más de 20 km de galerías de los que un kilómetro y medio se encuentra perfectamente acondicionado para las visitas. Además de la visita turística, la Cueva de El Soplao ofrece también visitas de turismo-aventura, una fantástica manera de conocer en profundidad el mundo subterráneo. La  ruta, que tiene una duración  de dos horas y media, recorre las galerías de Campamento, El Órgano y El Bosque, entre otras, pasando por el suelo original y zonas menos accesibles de la cavidad.

San Vicente de la Barquera es el siguiente destino. Villa marinera por excelencia, en la que los placeres gastronómicos son imperdonables y como no, disfrutamos de ellos.

Y no podíamos concluir esta maravillosa visita a Cantabria sin visitar Santilla del Mar, que como todo el mundo sabe, “ni es santa, ni es llana, ni tiene mar”, pero tiene un casco urbano que bien merece un paseo tranquilo para disfrutar de su caserío. Casas blasonadas, calles empedradas llenas de turistas, balcones plagados de flores y como no, la Colegiata de Santa Juliana, que tiene su origen en la expansión del antiguo monasterio a mediados del siglo XII. Fue construida por un grupo de monjes para contribuir a la repoblación de la zona y exponer las reliquias de la mártir Juliana. La aldea toma entonces el nombre del monasterio, “Sancta Iuliana”, de donde deriva  la actual Santillana.

Además de la Colegiata, es recomendable un paseo por la Santillana Monumental, que hace un recorrido por la historia medieval, renacentista y barroca.

Una nueva visita a Santander para concluir el día y la visita a esta “tierruca”, que deja huella.

Tras esta experiencia inolvidable, sólo queda recomendar el viaje y dar las gracias a los profesionales que lo han hecho posible, al Club de Calidad Cantabria Infinita, a la Sociedad Regional  Cántabra  de promoción Turística y en especial a Gabriela Costa, una gran guía turística que nos ha aportado toda su profesionalidad así como a la Dirección General de Turismo del Gobierno de Cantabria.

Todas las imágenes en http://noticiasburgos.com/Fotos/tabid/450/AlbumID/997-253/Default.aspx

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Publicado en: Burgos, Cultura
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