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Pavos reales, hippies, bomberos, cocineros de cup cakes, chozas andantes, tiendas de indios, globos y algún que otro cesar un tanto despistado. La localidad burebana de Monasterio de Rodilla celebra sus fiestas Acción de Gracias y nada mejor que empezar los festejos disfrazados. La plaza del Ayuntamiento se llenaba de gente con ganas de fiesta, aunque algunas actividades ya habían comenzado días antes. Antonio José Ibeas, alcalde de la localidad animaba a todos a participar y a disfrutar de las fiestas.
Alfredo Pérez, párroco de la localidad, era en encargado del pregón. Dejó claro que era la primera vez “pregonaba” unas fiestas y que por supuesto “no era un sermón”, aunque las fiestas sean por un motivo religioso, la Acción de Gracias, punto de mira y motivación de cada acto programado. El pregonero dio las gracias por el honor concedido, gracias al alcalde, a Monasterio y a todos los que le escucharon, pues apenas lleva en la localidad 11 meses. Recordó a los jóvenes, a los niños, a los padres de familia y a los mayores, a todos por lo que cada uno aporta a la sociedad en general y a Monasterio en particular. Pidió a todos que celebrasen, que se reencontrasen, que compartiesen su tiempo con los demás, dejando el egoísmo y saliendo al encuentro del que lo necesita y necesita compañía o simplemente que le escuchen.
Tras el pregón, se llevó a cabo la proclamación de la reina y la corte infantil y la entrega de premios de los distintos juegos y competiciones celebrados.
La jornada concluyó con un aperitivo para todos los presentes y la música que se extendió hasta altas horas de la madrugada.
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