El certamen pretende crear un mosaico de sensibilidades en torno a una ciudad única
Los trabajos presentados se expondrán al público el 16 de noviembre y serán incluidos en una publicación
El miércoles 31 de octubre finaliza el plazo para participar en el concurso Burgos: marca de fábrica, mediante el cual Caja de Burgos ha invitado a los visitantes del CAB a que expresen su idea de Burgos, las sensaciones, pensamientos y recuerdos que despierta en ellos la capital burgalesa y sus distintos espacios, a través de una iniciativa que, asociada a la exposición del mismo nombre, pretende proporcionar un vehículo al impulso creativo de quienes se animen a convertirse por un día en embajadores de la ciudad que habitan.
Quienes deseen participar en este concurso todavía pueden plasmar, en el reverso de las bases de participación, escritos, dibujos, pinturas o fotografías que expresen su percepción de la ciudad burgalesa. El CAB celebrará el 16 de noviembre una exposición colectiva con todas las aportaciones, que se reunirán más tarde en una publicación.
Además, se sorteará entre los participantes grabados de Amadeo Gabino, camisetas de Marcel Van Ededen y un fin de semana cultural.
La exposición. Burgos, marca de fábrica muestra en el CAB, hasta el próximo 13 de enero, obras pertenecientes a la Colección Caja de Burgos que han sido ideadas y en muchos casos producidas en la ciudad del Arlanzón, reuniendo las miradas divergentes, originales, únicas, de un grupo heterogéneo de creadores que en su día establecieron una relación cómplice con el espacio burgalés y con su idiosincrasia.
La relación afectiva, sentimental, establecida entre los artistas y Burgos se percibe en las pinturas sobre papel de Fernando Renes; en las intervenciones de Marchesi y las instalaciones del croata Igor E¨kinja; en la secuencia de fotografías del bonaerense Humberto Rivas sobre una serie de monasterios burgaleses; en el retrato urbano contenido en las pinturas murales del suizo Ingo Giezendanner; en los misteriosos dibujos del holandés Marcel van Eeden; en la original concepción de la fotografía de José Manuel Ballester; en los juegos de luz y perspectiva de las intervenciones del parisino Georges Rousse; en esos “artefactos” con que el ruso Francisco Infante transforma el paisaje, y en la obra de otros autores que un día se enamoraron del universo burgalés.
En todas esas piezas han quedado reflejadas para siempre las experiencias vividas por sus creadores, las imágenes y las sensaciones que más les impresionaron: son obras nacidas de la mano del artista pero que, en sentido amplio, tienen a Burgos como “marca de fábrica”.
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