Burgalés, de profesión veterinario. Actualmente Jefe del Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería de la Junta en Burgos, tras 7 años al frente de la Dirección de Producción Agropecuaria.
Usted es el Jefe del Servicio de Agricultura de una de las reservas cerealistas de España, que es Burgos, ¿es difícil de gestionar?
No en cuanto a las reservas cerealistas, que evidentemente gestionan los agricultores. Lo que ocurre es que Burgos es una provincia muy extensa, la segunda más grande de Castilla y León, y muy variada en cuanto a agricultura y ganadería. Para atender el territorio contamos con 15 dependencias de la Consejería de agricultura, con las cuales podemos dar servicio a los administrados de manera muy eficiente.
Estamos en tiempo de cosecha, ¿cuáles son las previsiones para esta campaña?
En Burgos esperamos en torno a 1,5 millones de toneladas. Podemos considerar que es una campaña media, que está dentro de la tónica de los últimos 10 años. El 2009 se caracterizó por ser una cosecha muy mala, de las peores que se recuerdan, y sin embargo 2007 y 2008 fueron cosechas excelente. Esta es una cosecha media.
Muchas pequeñas explotaciones sufren la presión del mercado globalizado. ¿Está la pequeña explotación destinada a desaparecer?
Trabajamos en economía de escala. En agricultura y ganadería, los precios de venta nunca los puede fijar el agricultor, que tiene muy poca participación en esas decisiones, con lo cual todo lo que sea prosperar en agricultura y ganadería, debe basarse en la reducción de costos. En muchos casos eso supone redimensionar explotaciones y en otros cambiar de orientaciones productivas. Por supuesto que sigue habiendo explotaciones pequeñas muy competitivas, pero nadie concibe una explotación de 50 ó 60 hectáreas de cereal como competitiva, porque ya nadie puede vivir de esas hectáreas. Pero sí existen otros cultivos alternativos, cultivos intensivos, cultivos de huerta para los que Burgos tiene un enorme potencial. Aquí tenemos tres focos muy importantes, en torno a Melgar, Belorado y Medina de Pomar. Son tres zonas con una producción de cultivos de huerta de altísima calidad. También tenemos el caso de la cereza de las Caderechas, que se está consolidando y alcanzando buenos precios en el mercado. Esas pequeñas explotaciones sí pueden ser competitivas, no están destinadas a desaparecer. Al contrario, están destinadas a potenciarse y a que aparezcan más con esa orientación productiva.
El sector de la agricultura está actualmente altamente mecanizado y especializado. ¿Cómo cree que evolucionará en un futuro?
Es un sector muy competitivo en el que tenemos competidores muy duros al otro lado de los Pirineos. Sus producciones son diferentes y mucho mayores, así que aquí tenemos que buscar cada vez más la especialización.
De un tiempo a esta parte han surgido las denominaciones de origen y las marcas de calidad para dar salida a productos más singulares, pero ¿hasta qué punto es efectivo dado que ya gran parte de las zonas tienen esas marcas y denominaciones?
Ese es un debate que se ha suscitado siempre. El consumidor tiene una capacidad limitada para reconocer todas las referencias, todas las denominaciones y figuras de calidad. Por ello en Castilla y León se ha hecho una cosa que yo creo que tiene un largo recorrido, que es crear la marca ?tierra de sabor?. Es un logotipo, un distintivo que diferencia los productos de Castilla y León, porque hay que tener en cuenta que el consumidor ya asocia los productos de denominación con calidad, y que hemos cogido esa variedad y la hemos metido bajo el paraguas común de ?tierra de sabor?. Bajo esta marca se está penetrando de forma mucho más fácil y mucho más clara en todos los mercados.
Los consumidores se quejan del alto precio de los productos, sobre todo cuando sabe que el agricultor cobra mucho menos en origen. ¿cómo se puede establecer una relación más justa entre productores, intermediarios y consumidores?
Ese es un tema muy complicado y no todo lo que se dice es cierto, pues yo creo que hay que hacer un esfuerzo por todas las partes. En primer lugar los agricultores deberían ganar en la cadena de valor todo lo que se pudiera, y aquí las cooperativas tienen que jugar un papel esencial, y en segundo lugar hay que establecer relaciones contractuales estables, claras y transparentes entre los tres puntos clave de la cadena alimentaria: producción, almacenamiento y la gran distribución, teniendo claro que ninguno son ni pueden ser enemigos de los otros y que están condenados a entenderse. Eso daría estabilidad a los mercados, aseguraría de alguna forma los ingresos de los agricultores, el margen de intermediación y el margen de beneficio de la distribución. Tenemos que ir cada vez más a contratos establecidos. Aquí hay ejemplos, pues tenemos contratos homologados de leche de vaca o de oveja, o de patata de industria y de consumo que por lo menos dan claridad y transparencia al mercado, y el productor primario sabe lo que va a cobrar antes de entregarlo y no como era antes. Creo que eso se debe de extender a la práctica totalidad de los productos para dar esa transparencia y estabilidad al mercado.
Dada la subida del precio del cereal en estos días, ¿qué consejo daría a los agricultores para gestionar esta situación?
Yo no puedo dar un consejo claro porque parece que todo responde a movimientos especulativos. Además no podemos olvidar que esto va a ser muy bueno para los agricultores pero muy malo para los ganaderos. Hay cereales que han subido un 25 o 30% y eso se va a ver inmediatamente reflejado en la subida de los piensos, que dependiendo de las especies tienen entre un 60 y un 80% de cereal. Eso quiere decir que las explotaciones ganaderas se van a ver gravemente afectadas, y hay algunas que están tan en el límite que pueden ver comprometida seriamente su viabilidad. Yo no sé cómo van a evolucionar los precios, pero lo deseable es que el mercado sea fluido porque eso es bueno para todos.
De su anterior etapa como Director de Produccíón Agropecuaria, ¿Qué momento recuerda como más positivo y cuál como más negativo?
Lo más positivo es que el balance después de siete años es positivo. Se han hecho muchas cosas y creo que buena parte de ellas han resultado bien. Estoy especialmente satisfecho de los resultados en sanidad animal. Empezamos hace siete años con una prevalencia de enfermedades objeto de campañas en el sector ganadero, como tuberculosis y brucelosis, y después de muchísimos esfuerzos hemos conseguido bajar su incidencia en la práctica totalidad de la Comunidad, y ahora estaríamos al borde de la erradicación en brucelosis ovina y caprina. El año pasado, de más de 11000 explotaciones ganaderas en Castilla y León, tan sólo se detectaron estas enfermedades en 42. Esa cifra, con nuestro número de explotaciones, con nuestra dispersión geográfica y con ciertos detalles de nuestro modelo de explotación donde aún funciona la producción extensiva, es para estar contentos.
¿Lo más negativo? Ha habido importantes crisis en sanidad animal y sanidad vegetal que quizá no se han llegado a entender o quizá no hemos tenido la colaboración suficiente y han tenido trascendencia social negativa. Pero el balance en conjunto es positivo.
Como aficionado a los toros, ¿qué opina de los últimos sucesos en Cataluña en torno a la prohibición?
A mí me parece un atentado enorme a la libertad y a la democracia. En España llevan celebrándose corridas de toros más o menos como lo entendemos hoy desde mediados del siglo XVIII. No hay que olvidar que en los periodos absolutistas, el único sitio donde el pueblo podía expresarse con total libertad era en las plazas de toros. Podríamos parafrasear a Unamuno en aquel encontronazo con Millan Astray en la Universidad de Salamanca, cuando dijo ?en el templo de la sabiduría recibimos este atentado?. Pues bien, en el templo de la democracia hemos recibido este atentado. También hay que recordar una frase de Bergamín: ?No puede comprender el toreo el que no esté dotado de una exquisita sensibilidad, porque el toreo es todo pura comprensión y raciocinio, y hay gente que abomina y pretende prohibir aquello que no entienden?.
